sábado, 26 de agosto de 2017

¡Corre, Amy!

       
¡Corre, Amy! 

      Relato corto. Género: drama, realismo.

   Amy se despierta en una gran cama mullida. Se despereza, bosteza y se limpia los ojos humedecidos. Rachel siempre se alegra de verla llena de energía.
   –¡Corre, Amy! –le dice.
   Y ella obedece.
   De mañana, por las callejuelas de la ciudad, Amy cumple con los recados de Rachel y busca tiendas de todo tipo: carnicerías, fruterías, pescaderías o incluso, cuando le apetece ser golosa, visita la pastelería. Compra la comida con el vecino Peter, que es un viejecito muy perspicaz, y después vuelve con su amiga. ¡Es genial que Rachel esté allí para recibirla con los brazos abiertos!
   –Gracias de nuevo, Amy –le susurra.
   Y ella asiente satisfecha.
   Caída la tarde, Amy sigue ayudando a Rachel. Revisa el patio trasero, avisa cuándo hay que limpiarlo y se dirige muy lejos, a donde vive Jack, para preguntarle si le apetece jugar con la pequeña Rachel. Mientras la acompaña a la entrada, éste suele gritarle:
   –¡Corre, Amy!
  Y los dos emprenden el camino rumbo a la casa de Rachel.
  De noche, Amy tiene que estar más cerca de su amiga. A Rachel le amedrenta la oscuridad. Le aterra tanto que se hace un ovillo, calla e ignora todo lo demás. Afortunadamente, cuando eso sucede, Jack está allí para consolarla. Él puede abrazarla bien. A Amy le alivia. Ella se limita a acurrucarse en un lado de su gran cama mullida.
   Las mañanas son laboriosas.
   Las tardes amigables.
   Las noches devastadoras.
   El ciclo se repite y a Amy le gusta esa rutina. Un sábado, baja al salón y encuentra a Jack hablando por teléfono. El chico asiente, niega con la cabeza y sus palabras se enredan en un tejemaneje que Amy no logra descifrar. Es confuso. Siempre es confuso. Jack y Rachel tienen una forma de comunicarse muy rara, pero a Amy no le importa. Son sus amigos y los quiere.
   Al otro lado de la línea, se puede escuchar a Jack decir:
   -Sí –pausa–. Exacto, agente. Rachel está recuperándose. Lo sé, el asesinato de sus padres fue un golpe duro. Atraparán al culpable, ¿verdad? Tienen que prometérmelo. Esa arpía nocturna no puede escapar –pausa y suspiro-. Por suerte Amy es una gatita muy lista y me echa una mano, es como si fuera una persona –risa tímida-. ¿Sabe? Sinceramente a mí no me parece malo decirle que corra. Rachel me suele repetir hasta la saciedad: “ya que yo nunca pude caminar por mi problema de nacimiento, al menos quiero que mi mascota, que puede, no desaproveche ninguna oportunidad”. Ah, mire, está aquí la traviesa.
   Jack acaricia a Amy por detrás de las orejas. Le señala la puerta y exclama:
   –¡Corre, Amy!
   Y Amy vuelve otro día más a darlo todo por Rachel. 





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